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Tomando notas

El orgullo siempre ha sido el peor enemigo del hombre, y aunque le jodiera reconocerlo, mi hijo era un hombre. Más útil y poderoso y lleno de poder destructivo, pero de carne y hueso. Y como tal, el hecho de pensar en ponerse delante de personas atentas a él, que no le iban a quitar los ojos de encima ni a estudiar cada palabra que dijera, le daba un pavor inmenso. Hasta el punto de orinarse encima cuando lo pensaba en la tranquilidad de su habitación.

─¿Hermano? ─preguntó uno de sus súbditos tras llamar a su puerta.

─¡Que ocurre! ─la rabia se une con mucha facilidad al miedo, creando un coctel explosivo difícil de controlar.

─Nos preguntábamos si estaba ya listo para la misión… señor.

Sí. La misión… particularmente me pareció patético que Virgi, sangre de mi sangre, hubiera puesto en la agenda aquella tonta excursión, pero en cuanto le vi orinarse encima y temblar comprendí que, bueno, una cosa es dar pena y otra muy distinta no enfrentarse a tus miedos. Y para esto último Virgilio Delfín tenía los huevos enormes.

─Dadme cinco minutos ─pensó rápido algo que decir, porque la verdad (me acabo de orinar encima y necesito ducharme) no era digno de un príncipe de las tinieblas.

─¿No huele muy fuerte a orina ahí dentro, señor?, ¿también se le han atascado las cañerías?

Aquel chico no llegó al siguiente minuto, pues mi hijo no podía dejar que alguien hiciera un mal comentario poniendo en duda su hombría, así que le respondió que sí, chasqueó los dedos, y al chico le aparecieron veinte tumores en el cerebro, dos en el corazón, y uno en el recto, haciendo que automáticamente entrara en una paro cardiaco que, unido a los temblores por el mal estado de su cerebro, hizo que sus ojos explotaran y sus testículos implosionaran. Fue, posiblemente, la muerte más cruel y dolorosa de las que Virgi había ocasionado, pero la imagen de cara a sus hermanos era lo primero.

La extraña y, por otra parte, necesaria excursión tenía como finalidad oficial enterarse de qué era lo que los rivales de mi hijo iban a prometer en la campaña electoral que estaba a dos semanas de empezar pero, claro, la verdadera razón era otra; empaparse del modo, las formas, y las palabras exactas que un líder político usa en un mitin para, al menos, no parecer el principiante aterrorizado que era. Hasta se llevó una libreta para tomar apuntes…

El partido que decidieron seguir era uno llamado Nueva Ola, y que acababa de aparecer hace poco en escena, por lo que mi hijo podría matar dos pájaros de un tiro. Se catalogaban a sí mismos como de centro izquierda, pero los trajes que llevaban todos y sus dentífricas dentaduras los situaba en una infancia llena de lujos, o al menos sin ahogos en el campo del dinero, haciendo que todos los hermanos, incluido Virgi, comenzasen a oírle hablar sin mucho entusiasme pero con un odio desmesurado.

─¿Veis como sonríe?

─¿De veras alguien se cree que este tío no va con los de Vuelo ─era obvio que los de la Nueva Ola eran unos hijos pequeños y bastardos de Vuelo, el partido más corrupto y cañí, más chulo y poco fiable que había pisado el poder en todo el tiempo que había existido la democracia. Quizá por eso llevaban 15 años en el poder.

─Callad, hermanos. ─ordenó Virgi, que no lograba escuchar de lo que hablaba aquel carismático ser.

A mi hijo y sus fieles les rodeaban cerca de 20000 personas, lo que hacía que aquella plaza de toros pareciera estar a punto de explotar por la cantidad de gente de más que gritaba, movía banderas y aplaudía.

─Vamos a necesitar muchas banderas ─ordenó Virgilio. Uno de sus fieles lo anotó en su libreta al tiempo que lo hacía mi hijo.

─¡Amigos! ─siguió diciendo aquel sonriente político. ─, sé que muchos estáis entusiasmados con las encuestas, esas que dicen que vamos a ganar sí o sí las próximas elecciones ─mi hijo miró a sus fieles, que le contestaron con unos ojos de cordero degollado. Aquello no se lo habían notificado, por lo que todos supieron, en el acto, que alguno iba a morir de una forma grotesca al llegar a casa; un buen castigo hace siempre que los fallos no se repitan. ─, pero os pido calma, os pido sosiego, ¡y os pido que vayamos todos a votar dentro de dos semanas para hacerlo realidad!

Aplausos, algún grito de guapo, guapo, pero sobre todo un temblor bajo los pies que puso en alerta a Virgi. Aquel hombre era muy poderoso políticamente hablando. Entonces pensó en lo que le llevaban diciendo toda la semana sus fieles, algo sobre que los políticos nunca dicen la verdad en campaña, y decidió que aquel era el mejor momento para hacer que aquel hombre perfecto, aquel líder envidiado por todos (sobre todo por sus enemigos) probara lo que hacía al hombre hombre: decir la verdad siempre.

Se concentró, haciendo que sus hermanos se apartasen aterrorizados porque pensaron que iba a castigarles, y entró en la cabeza de aquel repeinado y elegante hombre con todo de su lado para vencerle. Y apagó el botón de la mentira.

─¡Y otra cosa voy a deciros! ─levantó las manos, que se abrían y se cerraban con pequeños espasmos seguramente porque sus músculos luchaban contra la orden que estaba dando el cerebro. ─, ¡me encanta meterme coca!, a decir verdad ¡me acabo de meter medio gramo antes de subir aquí porque si no vuestras putas caras de paletos me hubiesen hecho reír! ─el silencio creció en la plaza, y las banderas se detuvieron un instante. ─. Solo de pensar en que voy a ser presidente me pone tan cachondo que después de este circo voy a ir a un club que conozco a follarme a una niña de 12 años, a la que le daré una paliza si no me deja darle por el culo. ¡Me encanta violar niñas!, ¡¡y a los niños tampoco les hago ascos!! ─silencio en la plaza, y una sonrisa en los labios de mi hijo. ─, porque aunque parezca una persona como vosotros, soy mucho mejor, muchísimo mejor, y tengo tanto dinero por los contratos de urbanismo que falseaba mi padre cuando yo era niño, que en realidad hago esto para compensar lo pequeña que tengo la polla. ¡Y tendríais que ver mi casa!, llena de lujos y de ropa cara, con dos criados negros que además de oler fatal no limpian todo lo bien que deberían, a los que pago sin darles de alta en la seguridad social y obligo a mirarme mientras me follo a mi mujer, que ahora mismo está preñada aunque me hice unas pruebas hace años que me dieron como resultado que mi esperma era muy pobre, ¡pero me da igual que se folle a otros hombres, porque yo también lo hago! ¡Una vez me folle a mi suegra mientras estaba desmayada una Noche Buena, y al hijo de mi cuñada solo porque tiene un leve retraso mental! ¡¡Me encanta mi vida!!

Nadie parecía respirar en ese momento, como si les hubiera dado a todos un paro cardiaco y estuvieran luchando por vivir. Y entonces ocurrió algo que nadie se esperaba pero que, a decir verdad, conozco tanto a vuestra raza, lo que os mueve, que tampoco me dejó sorprendido.

Un aplauso. Después otro. Y a los pocos segundos la plaza se convirtió en una olla hirviendo donde el sonido de los gritos de aprobación, de respeto y orgullo golpearon a mi hijo de un modo tan brutal que apenas pudo comprenderlo. El Político (con mayúsculas) parecía que iba a desencajar su mandíbula por la alegría que llevaba su boca, mientras sus partidarios y votantes hacían que las encuestas fuesen una profecía.

─Vámonos ─dijo Virgi, pero no de un modo triste, no como lo diría un boxeador al que le acaban de dar una paliza, sino como alguien que acaba de aprender una gran lección. Alguien que sabe hacia dónde ir.

─¿A dónde, señor?

─Hacia la victoria. ─y chasqueó los dedos, matando en el acto a uno de sus fieles debido a que sus pulmones se llenaron de pus y explotaron.

Supo que mataría a alguno de ellos en cuanto se enteró de las encuestas, pero al final lo hizo solamente para festejar que, al fin, sabía cómo ganar las elecciones.


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