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Dolor y Coca/Cola

En las pequeñas vacaciones que Virgi se estaba tomando de la vida, de sus problemas, y de la búsqueda de su hijo Yisus (muy de buen padre ese detalle), se topó con un pálpito importante que le hizo replantearse el cómo estaba llevándolo todo hasta ese momento. ─¿Bastian? ─los ronquidos de su hermano casi tenían en un insomnio eterno a los que les acompañaban en el avión. ─La pizza con piña es una aberración ─era capaz de decir cosas más inteligentes dormido que despierto; curioso. ─Sé que a donde vamos encontraré a mi hijo. Acabo de notarlo entre los dedos de los pies. ─Tú hijo es lo más importante del mundo ─un fino y opaco hilo de baba cayó de entre los labios de aquel anormal mientras, de nuevo, solo la verdad salía de su interior. ─Sí… lo es. El viaje a USA no se le estaba haciendo tan largo a mi hijo, pues mataba las horas y los minutos manteniendo relaciones sexuales con prácticamente la totalidad de los ocupantes del avión (incluso la palanca de freno tuvo su merecido), pero el cosquilleo seguía insaciable e intenso. Algo iba a pasar muy importante en la Tierra de la Libertad. Lo primero que vio al bajar del avión fue a un obeso operario de maletas que recogía con mucho esfuerzo y rodando a cada nuevo paso que intentaba dar (a simple vista no habría mucha diferencia entre ese hombre y una enorme bola de mierda construida por un escarabajo pelotero gigante), pero es que tras este todas las personas que se cruzaban con Virgilio tenían la misma imagen y el mismo hedor. Todos. Absolutamente todos. ─Menuda panda de gordos, hermano. Aquel importante país, antaño hogar de los grandes descubrimientos de la humanidad como el cine de acción o las hamburguesas con queso, habían llegado a un punto tan crítico en su inteligencia y poder en que esas dos piedras angulares habían pasado a ser las únicas, con aquellos repugnantes resultados que mi hijo el dios y mi otro hijo el gilipollas tenían delante. Finalmente la película Wall-E se había ganado un puesto cerca de Nostradamus. ─¿Y dónde te dicen tus pies que tenemos que ir ahora? El cosquilleo había desaparecido, aunque no del todo, pero volvió como un ardor estomacal cuando pasaron cerca de un anuncio 3D que anunciaba un nuevo complejo turístico inaugurado hace un par de años. ─¿El Parque Zoológico de las Grandes Maravillas de Nuestro País? ─¡Ahí es! ─Virgi señaló una de las imágenes que brillaba y, tras aparecerle piernas y brazos, e incluso una carita sonriente, se puso a bailar la Macarena. ─, en ese edificio encontraremos una pista sobre Yisus. El Parque Zoológico de las Grandes Maravillas de Nuestro País había sido una solución momentánea que se les había ido de las manos a sus creadores. Debido a las masacres y desastres naturales los dirigentes de USA habían decidido agarrar todos los monumentos y edificios característicos del lugar y ubicarlos juntos en ese extraño zoo. Y mientras todas las Estatuas de la Libertad, Pentágonos, y el primer McDonalds del mundo saludaban, le llamó la atención, mientras seguía bailando, la Prisión de Alcatraz. ─Ahí vamos a ir. ─Pues no baila muy bien que digamos. Me parece que está coja de la pierna izquierda y tiene más fuerza en la derecha, ¿no? Una hostia, un insulto, y adelante. Desde fura, una vez llegaron a sus puertas, no parecía más imponente que la mayor de las iglesias o que el ovillo de lana más grande del mundo (en el que se basó el juego Sam & Max), pero tenía un tufillo a fascismo, a bolas con veneno mortal (LA Roca estaba basado en hechos reales) y a sufrimiento real que a Virgi le hizo manchar los pantalones y, al dejar un par de gotas de su esperma caer a través de la parte baja de sus pantalones, eliminó a una familia de hormigas, cinco lombrices de tierra, y al llegar al otro lado del globo a una familia entera de asiáticos que estaban disfrutando en familia de un perro con patatas gratinadas y algo de saque. ─¿Lo hueles, mi anormal hermano? ─¿Te has corrido? ─Sí, pero me refiero a todo el dolor que quedó impregnado en estas paredes, a todo el sufrimiento que los guardias dejaron que se uniese con las baldosas del suelo. ─También huele a asiáticos muertos, y uno de ellos menor y virgen. ─Tenemos que entrar y dejar que su atmosfera nos ayude a encontrar a mi hijo. Sé que si dejo que este enorme bloque de cemento me ayude encontraré donde tenemos que ir después. ─¿Podrá ser a algún sitio con buena comida?, tengo un poco de hambre y ganas de ligarme a alguna camarera cuarentona. ─Para mí una octogenaria. ─¡Hecho! Cada paso que daban alimentaba la rabia y el odio por el mundo y hasta qué punto podía estar poblado de hijosdeputa, pero no notaba que los ex inquilinos lo fueran, sino los alcaides y guardas, esas personas que deberían tener de su lado la ley, la verdad y los buenos actos, y se habían dejado llevar por sus más bajos instintos. Esos son los verdaderos monstruos de nuestra sociedad, pensó Virgilio, aquellos que deberían hacer el bien y después son los peores monstruos sobre la faz de la Tierra. ─Es hora de que paguen… todos. ─¿Quién te debe dinero? ─un certero golpe cruzó el aire y le salto cinco dientes a Bastian, que ni se enteró porque estaban ya podridos y hacia al menos 5 meses que no notaba que todavía los tenía. ─, porque si es así te ayudaré encantado a que paguen. ─Dame tu mano… ─mi hijo sabía que uniendo sus fuerzas con Bastian tendría que gastar menos energía y así, después, podría finalizar su investigación con la cabronada final. ─, ¿por qué tienes la mano humed…? Ni acabó la pregunta, porque ver a su mongólico hermano haciendo un cuenco con la mano cerca de una grieta donde se filtraba agua estancada durante, ¿cuánto, 200 años?, ya dejaba claro la procedencia del mejunje, y que aquel energúmeno moriría envenenado pronto. ─¿Perdona, Virgi? ─Calla, y concéntrate, como el toro día. Pensaron en placas, pistolas, gorras y autoridad, y tras un rayo que auguró la peor de las tormentas, todos los alguaciles, guardias de prisiones y todos los alcaides de todas las partes del globo, se materializaron entre aquellas paredes, distribuidos en celdas, patio, comedor, despachos, celdas de castigo, sin tener en cuenta si cabían o no, si se rompían todos los huesos o reventaban sus órganos por la presión, o si alguno aparecía en mitad de los ladrillos de los altos muros exteriores. Un cúmulo de carne aplastada o recién explotada, de órganos expulsados de sus cuernos como si pasta de dientes dentro de su paquete se tratase, cubrió aquel icónico lugar hasta convertirlo en la materialización del verdadero dolor que muchos de sus huéspedes sufrieron en sus carnes. Pero hubo uno que se salvó, pero no por casualidad. ─¿No me conoces? ─la cara del viejo de 80 años se torció en una mueca al reconocer en los ojos aquel pasado que creía olvidado. ─Tu eres…¿hijo de la Tomasa? ─¿Y usted… fue el que la violó en la cárcel aquella vez que la metieron por escándalo público? ─¿Qué fue lo que hizo? ─el susurro de Bastian fue molesto, pero necesario. ─Digamos que hay pueblos de mierda donde no dejan a la gente defecar… ─Solo por es… ─En medio de la plaza… ─Bueno si eran fiest… ─Del centro del hospital… ─Si no había nada más cerc… ─De niños enfermos de leucemia. ─¿Y qué hacía ahí? ─la cara de Bastian era de pura intriga. ─De vez en cuando secuestraba niños para, bueno, entrenar para el momento de ser madre… ¡pero ese no es el tema! ¡Usted la violó! ─Ten piedad…ya soy un viejo y ni se me levanta la polla, mira ─se la sacó, o al menos salió a tomar el aire lo que fuera eso que parecía sacado de una exposición de arte egipcio. ─No voy a hacerte nada… solo quiero que me digas que sabes de mi hijo, de Yisus. ─No sé nada… lo juro… ─Sé que te dedicas al contraespionaje, y que entre todas tus tareas es espiar a equipos ultra-religiosos que buscan mi final, así que no me mientas o sufrirás más de lo que sufrió mi madre. ─Si a ella le gustó mucho, estuvimos casados 5 años después de eso. ─¡La violaste!, y eso es todo, y dímelo ya…. O morirás entre terribles sufrimientos. ─Está bien… ─sacó una folio de dentro de su ano (ya que estaba desnudo) y se lo entregó a mi hijo, que lo leyó y sonrió orgulloso. ─Gracias… ¿Quieres beber algo?, pareces sediento. ─Sería un detalle, ese viaje espacio temporal me ha dejado el cuerpo del revés. ─Toma ─una lata de Coca-Cola apareció en la mano de Virgilo, lo que no le extrañó al viejo porque debido a las cataratas veía solo lo que le interesaba. ─Gracias ─un trago, dos, y al tercero ─¡AGHHHHHHHHH! ─cayó redondo al suelo. ─Las grandes empresas matan a más gente que los accidentes de coche, y a partir de hoy haremos que el record sea aún más… duro de tragar. El mundo entero gritó, y algunos murieron, al encontrar con que de dentro de todas las botellas y latas de Coca-Cola del mundo salía la diarrea más infame y pura, más apestosa y llena de grumos, con tacto a maíz, que podría salir del culo más obeso y devora ternasco del maldito universo. El shock fue tan brutal que incluso las personas que miraban a sus amigos bebedores sufrieron infartos y derrames cerebrales solo de imaginarse lo que era dejar caer por el gaznate tan horrenda formula fecal. ─Eres un genio hermano. ─Lo sé, Bastian, pero ahora no creas que me he olvidado de tu hambre, ¿qué te parece si vamos a comer al mejor sitio del mundo? ─¿Al Bulli 4.0 que hay en las Vegas? ─No… digo a donde poder comer de verdad hasta hartarte… ¿quieres ir a Bilbao? 


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