¡Ivagínate!
Pensar mucho o concentrarse en algo sobremanera no es una virtud de las que se dicen obligadas en el ser humano. Normalmente vuestra raza prefiere entretenerse con cosas más mundanas como el futbol, la música o el cine, para no tener que darle un uso excesivo al abandonado órgano que duerme dentro de vuestro cráneo, para no preocuparse en realidad de todo lo que os envuelve y os hace daros cuenta de que no servís prácticamente para nada útil o especial.
─¿Hermano?
─¿Sí?
─¿No participarás en el torneo de ping-pong que ha organizado la hermana Eva?
─¿El qué? ¿Quién?
Virgi estaba ocupado tratando de crear eslóganes potentes y difícilmente olvidables para su campaña, ya que los encargados para realizarlo se perdían en juegos de palabras rocambolescos o difíciles de imprimir en un estado tan mojigato como el que les rodeaba, además de que estaban en todo momento drogados o borrachos haciendo que lo más lógico que le ofrecieron después de dos semanas de trabajo era tan extraño como genial.
─¿Cómo decís? ─les había preguntado Virgi dos días antes a los tres genios de marketing.
─¡IVAGÍNATE!, ¿entiende? Mezcla de “imagina” y “vagina”. Así haremos que los grupos LGTVBMTGR se unan a nosotros. Hemos creado una palabra que engloba a todos los sexualmente desfavorecidos y que, además, cabe en una camiseta; ¡mire!
La especie de camiseta/trapo que llevaba puesto la hermana que hacía de modelo, y que parecía haberse usado para limpiar las cañerías del lavabo de la tercera planta (el destinado a lanzar condones, compresas y tampax), animaba más al suicidio que a apoyar a un grupo excluido de la sociedad por sus supuestos desvíos sexuales, pero debía reconocer que ella no lo hacía nada mal y que la tipografía utilizada era elegante al tiempo que transgresora. Así que les dijo buen trabajo, les señaló a los tres y, con un gesto, los volatilizó. No había espacio para pensadores mediocres en sus filas, y menos aquellos que creían a pies juntillas que tenían un don para las letras. Esos han sido, y siempre serán debido a su increíble capacidad para detener el progreso y destruir a los verdaderos artistas, los peores de todos.
Así que ahí estaba mi hijo, tratando de juntar letras de un modo imaginativo, hasta que aquel nombre le hizo desconcentrarse.
─¿Hay una Eva en nuestros filas?
─Bueno… hay 7, pero esta de la que le hablo ha organizado un torneo de ping-pong, al que le ha invitado con mucha efusividad, mi señor.
Mi hijo dejó de lado la ira que creció en su corazón al darse cuenta que mientras él se dejaba los cuernos trabajando los demás se dedicaban a no hacer nada (como si aquello en lugar de una hermandad del mal fuese una reunión de funcionarios), y le llamó la atención aquella tal Eva, que tenía el valor, y no la estupidez como seguramente los demás, de hacer aquel torneo. O al menos eso esperaba, porque si la causa de aquel despropósito era la anormalidad profunda de la susodicha, digamos que en la próxima orgía apuntaría hacia ella sin pensárselo.
─Llévame.
─¿Participará? ─y la respuesta fue un nuevo gesto que convirtió al chico en un charco humeante lleno de heces y comida para gato.
Se obligó a sí mismo que dejaría de matar a sus hermanos en cuanto descubriera que eran memos, pero supo que no iba a cumplirlo; no había hueco para los incompetentes en el futuro que quería construir y, por desgracia, muchos de ellos le seguían buscando entretenimiento solamente.
No necesitó muchas indicaciones para llegar, puesto que el ruido y los vítores de sus hermanos hacían temblar la casa entera y crecían a medida que se acercaba al lugar. Cuando llegó se percató de que todos, absolutamente todos sus hermanos, estaban en aquel lugar gritando y aplaudiendo, el cual se había convertido en algo parecido a una sauna por el microclima de sudor, saliva, heces y semen (sí, algunos aprovechaban para practicar sexo) creaban. Trató de hacerse un hueco sin suerte, porque nadie le prestaba atención, hasta que levantó los brazos haciendo que el chico que tenía delante de él se elevase por los aires.
─¡Hermanos! ─gritó Virgi, enmudeciendo el lugar al instante, momento que aprovechó para lanzar al infeliz contra pa pared más cercana, donde su cabeza chocó con fuerza. ─, ¿qué se supone que estáis haciendo aquí, y por qué no estáis junto a mí preparando la campaña electoral?
─Mi señor ─la voz era profunda pero suave, como sin saliera de dentro de un profundo tubo oxidado con adornos florales de oro de 40 quilates. ─, solo estamos divirtiéndonos antes de seguir con nuestras tareas. Lo más importante es la causa, es poder destruir la pureza de la humanidad a través de sus poderes infernales, pero, entiéndales, están agotados y necesitan pensar en otra cosa a veces.
Virgilio quedó sorprendido por la valentía con la que voz se dirigía a él, y cuando los fieles que estaban entre ellos dos se apartaron como el agua ante Moisés, mi hijo pudo verla. La oscura sombra que rodeaba casi la totalidad de sus ojos contrastaba con el brillo de sus cabellos rojizos, que parecían tener vida propia cada vez que se los tocaba o movía la cabeza. Era como si estuvieran formados por llamas de fuego, y sus azules ojos le daban a su cara una profundidad tan perturbadora y bella que mi hijo temió que todos notasen su erección.
─Tú debes ser la tal Eva, ¿no? ─en el fondo lo deseaba con todas sus fuerzas.
─La misma, mi señor. Solo quería ayudarles, darles un descanso antes de dejarse la piel siguiendo sus órdenes.
─Comprensible; el hombre agotado no es más que una molestia para la inteligencia.
─Igual que el hombre confiado ─aquello hizo sonreír a Virgi, que extendió su brazo indicándole a ella que le siguiera. Eva contestó ordenándoles antes a los demás que siguiesen con el torneo.
─¿Alguna vez habías estado a solas conmigo? ─podía parecer una pregunta extraña, pero después de tantos meses en aquella casa mi hijo había aprendido a acostarse con mujeres sin prestarles la más mínima atención, parecido a lo que haría un rockero hasta arriba de meta anfetamina en un backstage lleno de fans.
─Nunca me ha interesado acostarme con usted, señor. Lo que yo quiero es entrar ahí ─señaló la cabeza de mi hijo, usando la mano como si fuera un arma.
─¿Y por qué querría alguien entrar en mis pensamientos, en mis planes?
─Digamos que toda mi vida he buscado dejar huella en el mundo. He estado en GreenPeace, en Médicos sin Fronteras, en el Arny, pero solo encontré falsedad, lujuria y pocas ganas de pensar realmente en los demás. Con usted es distinto, señor. Usted quiere destruir verdaderamente el statusquo del mundo, colocar donde toca a los impuros y coronar al verdadero rey del mundo…
─¿Y cuál es ese rey? ─esta prueba llevaba tiempo queriéndosela hacer a alguien que fuera capaz de no decir “usted”.
─El caos, mi señor.
Virgi sonrió y se sacó el pene al instante.
─Hermana Eva, primero haré que todas las mujeres del mundo te envidien y, después, anunciaré al resto que ya tienen a quién obedecer en caso de que yo esté ocupado con otros asuntos.
─El orgullo crece en mí de un modo que le sorprenderá ─contestó bajándose los pantalones y enseñándole un minúsculo pene en vías de extinción. ─, porque, como verá, me estoy hormonando para ser una mujer completa, para dejar de ser un hombre que es como nací. Espero, mi señor, que no le importe.
Virgi miro su diminuto pene y sonrió.
─Hermana Eva; siempre me han gustado las salidas de emergencia.