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El debate político lider de audiencia

El siguiente embarazo de Eva tuvo un final mucho más positivo que el anterior, debido a que útero que utilizaron esa vez venía directo de una de las seguidoras de Virgi que, entregada a la causa, decidió sacrificar su futuro carnet de madre por el bien de la destrucción global.

─Jamás lo olvidaré, hermana.

─Gracias, señor ─le contestó a mi hijo entre lágrimas.

Entonces se lo arrancaron de cuajo, provocándole una muerte que, en realidad, era innecesaria, pero así creó una mártir para su hermandad, a la que todos recordarían por su apodo: La Coca, abreviatura de su verdadero nombre, Constantina Carlota.

Había mucho falso punki en aquella casa okupa.

Pero estos nueve meses de embarazo no fueron tan aburridos como los anteriores, donde no os conté nada relevante porque, en realidad, no pasó nada. En esta ocasión coincidió el periodo de descanso de Eva con los primeros debates políticos que llevarían a mi hijo, Virgilio Delfín, hasta lo más alto del poder legal. De no ser así, cosa improbable pero de extraños sucesos está lleno el mundo, tendría que conformarse con destruir toda clase de vida celular del planeta, incluidos sus seguidores que, con esta idea tonta y demasiado normal, le habían hecho perder el tiempo.

Así que coincidiendo con el cuarto mes de gestación, mi hijo tuvo su primer debate cara a cara con el candidato del partido extremo radical izquierdo, llamado Enrik Lluc, que se había catalanizado el nombre para poder acercarse más a los tontos votantes que creían en la pureza de la raza. Su verdadero nombre era Enriquito Lugares, y venía de una adinerada familia de especuladores inmobiliarios que vivían en el barrio más caro de la ciudad. Aquello lo supo Virgi por las investigaciones que los hackers de su partido habían llevado a cabo bajo sus órdenes, que cobraban su trabajo con bolsas de gominolas, RedBulls y perfiles de pago de CumLouder.

Los informáticos se conforman con poco.

─No te pongas nervioso, mi señor ─Eva trataba de calmarle, pero solo conseguía que sudara con más intensidad.

─Es que no me gusta tener que discutir con alguien. Con lo sencillo que es simplemente destriparlo o hacer que le exploten los pulmones… ¿por qué los humanos se empeñan en hablar en lugar de luchar como hacían antaño?

─Será porque se creen más civilizados, mi señor.

─Pues a mí me parecen mucho más retrasados.

─Porque lo son ─sentencio Eva al tiempo que mi hijo eyaculaba tras la paja que le estaba haciendo su amada para calmarlo. El esperma chocó contra el techo, creando un nuevo patio interior en el edificio, esta vez con vistas a la constelación de Orión.

─Vale ─mi hijo se guardó su goteante miembro en los pantalones y beso en la frente a Eva ─. No sé qué haría sin ti…

─Seguramente matar de una lechada a alguna inferior, mi amo.

─Bien dicho ─miró el reloj y vio que llegaba tarde. Así que se colocó bien la corbata, se despreocupó de la mancha de esperma en su pantalón, y se concentró en el edificio donde tenía lugar el debate. ─. Hasta después.

─Adiós, mi señor.

Virgi desapareció y, al segundo, se encontraba en la sala de maquillaje de la televisión privada donde le habían invitado. Esa técnica la había copiado descaradamente de Dragon Ball y el comic Watchmen (de la película no), pero copiar a genios no está mal si reconoces tus fuentes.

Las chicas que tenían que empolvar a mi hijo estaban ocupadas con dos personas más, así que ninguna reparó en él.

─Señoritas, he llegado ─anunció.

─Siéntese y en cuanto acabemos con ellos nos ponemos con usted ─le contestó sin respeto y ni siquiera mirándolo a la cara la que parecía estar al mando, a lo que Virgi contestó moviendo levemente sus dedos y colocándole una pequeño grupo de papilomas en el ano y algo de gonorrea en su sangre. Aquella mujer tardaría en darse cuenta, pero aprendería la lección.

Cuando se sentó le sorprendió ver, además de Enriquito, al otro candidato que empezaba a despuntar en las encuestas por su liberalismo de derechas con buenos toques de purpurina.

─Señorita ─llamó Virgi a la portadora de gonorrea. ─, ese es…

─Sí: Alberto Del Pantano. ─Mierda, pensó, pues este sí era un hueso duro de roer.

Aquel personaje, de nombre tan tonto para la política como Honesto, Patético o Rufián, estaba teniendo mucha fama debido a que mucha gente necesita votar a los de siempre sin sentirse culpables cuando después les pasase algo que no deseaban, y aquel morenazo de ojos claros era la mejor opción. Estaba claro que tonteaba con los más corruptos del país, pero al parecer es mejor que te robe alguien que ya ves venir que otro que te sorprenda. Cosas de humanos.

Al parecer a algún alto directivo de la cadena le había parecido muy aburrido que solamente Enriquito y mi hijo se pusiésen a caldo en aquel programa, así que habían llevado al supuesto ganador nato para que, supusieron, le diera energía a la noche.

Error.

Cuando empezó el programa mi hijo se dio cuenta, al primer segundo, que aquello era una encerrona llena de mentirosos que trataban a la audiencia como a completos anormales. Así que cuando se aburría de escucharlos decir las mismas mentiras de siempre, entraba en sus cabezas, escudriñaba en sus ideas y, finalmente, las iba guardando… para el momento idóneo. Primero fue a por el presentador, que le sonreía a todo mundo mientras pensaba Que ganas tengo de ir a casa para toquetear a mi hija mientras duerme. Además hoy mi mujer está de cena de amigas y, seguro, llegará tarde a casa y tan borracha que ni se dará cuenta de que la niña ha llorado. ¡Incluso podría violar a mi mujer sí llega lo suficientemente mal!... que gran noche, y después decía.

─¿Y qué opinan ustedes de los niños?, ¿no deberíamos invertir más en educación?

Después estaba Enriquito, que entre respuesta corta y errores de manual a la hora de comportarse en público, como meterse el dedo en el culo y olérselo o darse golpe en la frente cada vez que no le salía una palabra, iban saliendo de su mente imágenes de barcos y putas, putas y barcos, en los que él conducía mientras bebía champan de ese que vale 100 euros la botella, lo cual, para ser un progre de izquierdas que quería ayudar al proletariado, no estaba nada mal. Al menos sabía que a los pobres solo se les engaña con frases sacadas de los bares, pero nunca con hechos.

─Ese es el principal problema de nuestra clase obrera ─empezó a decir. ─, eso y las pensiones y la falta de trabajo, que es algo que el actual gobierno no está ayudando a mejorar, pues solo piensan en ellos, en su dinero y sus paraísos fiscales…. ─y continuó así durante cinco minutos, dando vueltas a lo mismo sin contestar a nadie.

Pero el mejor, o peor, de todos era Alberto, que sin dejar de sonreí iba haciendo una lista mental de lo que iba a hacer durante las próximas horas:

  1. Invertir en vivienda turística, para subir los precios del mercado.

  2. Comprar más cocaína, que me quedan solo 4 gramos y así no llegaré a mañana.

  3. ¿Debería despedir a mi sirvienta ahora que me ha dicho que está embarazada de mí? NOTA MENTAL: en adelante a las próximas debo follármelas solo por el culo.

  4. ¿Debería hablar de feminismo ahora?

─Amigos, creo que nos olvidamos de lo más importante ─y ahí iba. ─; la mujer y sus sueldos inferiores a los del hombre con el mismo trabajo. ¿Verdad que no es justo?, pues hasta que no vivamos en un mundo justo será imposible mejorar las pequeñas cosas.

  1. ¿Contra quién juega el Barça este fin de semana? bueno, iré de todos modos, por algo tengo entradas de palco.

Aquella situación le dio jaqueca a Virgi, pues había aguantado demasiado tiempo las ganas de destrozarlos a todos… hasta que reventó.

Se acordó de que llevaba días sin infringir dolor a sus enemigos por el ano (Eva y sus fieles no contaban), así que decidió que la mejor manera de castigar a los mentirosos e impuros, a aquellos que, a diferencia de él, pensaban una cosa y decían otra, era hacerles salir de su interior aquello que de verdad tenían.

Sus mentiras resurgirían de su lugar más oscuro, por así decirlo.

─¡AAAAAAAAAAAH! ─gritó en primer lugar el presentador, antes de bajarse los pantalones por inercia y dejar ver a todo el público como la cara de una niña salía de su dilatado ano. ─, ¡ELISABETH!, ¡¿QUÉ HACES AQUÍ?! ─grito a su hija que comenzaba a salir de su interior, como si aquello fuera un parto de 5 años de gestación. El pijama de la niña, manchado de heces y sangre, tenía dibujitos de la Patrulla Canina, cosa que a Virgi le pareció una pequeña venganza personal porque no soportaba la serie.

El plató, en pocos segundos, se convirtió en un festival de mierda, fluidos humanos, gritos, arañazos e intentos de huida, que Virgi paró con un truco que había sacado de un espectáculo de un tatuado mentalista, al que vio en directo meter en la cabeza a alguien del público que estaba dentro de una jaula de cristal, y no podía salir del escenario. Así que Enriquito no pudo escapar del barco, de 300 metros de eslora, que empezó a partirle en dos, ni tampoco la maquilladora, a la que un enorme papiloma empezó a crecerle en el ojete haciéndola parecer a ella la verruga, y no al revés. Pero lo mejor fue lo que le pasó a Alberto.

¿Preparados?

El peor de sus defectos era que por fuera nunca era lo que realmente escondía dentro, por lo que mi hijo decidió que si nadie era capaz de verle el interior, ¿qué mejor que mostrárselo al mundo en toda su grandeza?

─¡PAPÁÁÁÁÁÁÁÁÁ! ─gritaba la hija del presentador tratando de salir del culo de su padre haciendo fuerza con los brazos.

─¡AAAAAR MARINERO! ─soltó el pirata que, dentro del barco que había partido por la mitad a Enriquito, trataba de girar a babor.

─¡ME PICA ME PICA! ─se quejaba el papiloma, de nombre Eusebio, mientras le echaba polvos de talco a la maquilladora que luchaba por apoderarse de su cuerpo.

─¡ARGHEWÌVEF`BSALÑ´KC,RSAK.`PAO! ─e intento pronunciar Alberto mientras de la boca le salían el estómago y los pulmones, que gracias a la inversión corporal que estaba sufriendo fueron los primeros en coger sus nuevos puestos.

Sus piernas y pene entraron por su recto, buscando la salida al otro lado, mientras crujían todos los huesos de su mandíbula, las vértebras y las costillas al intentar entrar por su esófago, dilatado a esas alturas pero, aun así, en pleno rendimiento.

Todos los del público gritaron formando una ola de sonido cuando, finalmente, el cuerpo de su político favorito dio la vuelta completamente y, como si fueran flecos como los del vestido de Massiel en Eurovisión, sus órganos internos se bamboleaban de un lado a otro resbaladizos, calientes y brillantes por la tensión acumulada.

─Y por eso ─comenzó a decir Virgilio Delfín, única figura completa que quedaba en el escenario. ─es por lo que jamás debéis mentirme, humanos. Jamás lo hagáis porque, de lo contrario, las mentiras se volverán hacia vosotros.

Tardaron un poco, debido al shock, pero al rato todos aplaudieron con una sinceridad enfermiza y loca, como un niño que con una sonrisa busca escapar de los azotes de su padre.

─Perfecto ─susurró, orgulloso. ─, la política es muy muy sencilla.


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