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PRIMERA CARTA DE PUÑO Y LETRA DE VIRGILIO DELFÍN, PETENECIENTE A LA COLECCIÓN PRIVADA DE SU VIUDA, E

Uno sabe que es un líder, que es envidiado y que, de algún modo, dejarás huella en el mundo, en el momento en que alguien te insulta por la espalda, o tratan de asesinarte. La idea de mostrar mis poderes delante de todo el país en la televisión, y de no ocultarme tampoco ante los ojos de mis fieles seguidores, ha sido, en parte, muy beneficioso para la causa y el mandato demoníaco que mi padre que asignó, pero no tuve en cuenta las miles de miradas celosas y crueles, esas que tratan de destruir todo lo extraño que hay en el mundo no por miedo, porque ese sentimiento lo llevan tan dentro que forma tan parte de ellos que ni identificarlo pueden, sino por la mentalidad humana que dice algo parecido a: -yo lo quiero y, si no es para mí, no será de nadie- Muchos líderes han probado en sus carnes la ira de aquellos que no saben colocarse en su lugar en el mundo; Kennedy, Castro, Hitler (que da la casualidad de que es un hermanastro muy lejano mío, según tengo entendido), Michael Jackson, John Lenon ,todos los papas que hay y habrá por siempre, y desde hace poco me tengo que unir a la lista como el elegido que soy, el señalado por el mundo como imagen de un futuro que no quieren y que, lo siento hijos de puta, vais a tener que tragaros con los cojones incluidos. Ayer, sin ir más lejos, tuve mi intento de asesinato número 6.968, y Eva dice que uno más y lo celebraremos con una orgia de la que, mínimo, 20 personas acabarán cadaver. No puedo esperar a que pase. Pero no estoy escribiendo esto para detallar como le arrancaremos la columna vertebral de cuajo a la chica que haga de puente entre mi homicido miembro y la vagina de Eva, sino para explicaros mi nueva táctica de supervivencia, aunque no sufráis, lectores, porque matarme es algo bastante complicado, pero lo que me preocupa es que yendo a por mí podrían herir a Eva o a nuestro futura descendencia, y por ahí sí que no paso. Así que, como decía, ayer un patético personaje intentó acabar con mi vida e, incluso fallando estrepitosamente, logró que mi mente se detuviera un segundo y, sigilosamente, saliera de la zona de confort y se sentase a pensar con calma en el futuro. Nadie, ni mis guardias ni seguidores, ni mis esclavas sexuales ni los que simplemente son peones que utilizo para salir a animar a las masas y tratar de que, a base de dar por culo, la gente se crea cualquier pollada que vaya a decirles después (la táctica llamadas, popularmente, Un Jordis, debido a que, al parecer, en la historia de la humanidad hubo dos tipejos que se dedicaban a hacer eso solamente para conseguir que la gente, como ovejas, se tragasen cualquier cosa mientras ellos robaban y vivían a puerto de rey. Tengo entendido que murieron empalados por dos andaluces en una cárcel de la antigua Madrid; cosas del karma) pudieron ver que aquel personaje llegaba con malas intenciones a mi hogar. Su mochila tampoco tenía una pinta extraña, ni tampoco parecía tener dentro de su abrigo lo que de verdad tenía, así que todos le tomaron por un igual (es decir, un parásito) y hasta le invitaron a cervezas y gramos de cocaína que guardaron en cajas tras la gran nevada. Yo también tenía la guardia baja, pues aquel día tenía antojo de mamadas y, una tras otra, dejé que mis fieles, sin importar el sexo, tuvieran su día de esplendor y me la chuparan si querían. Para algunos es todo un honor y un orgullo llegar siquiera a mirármela de lejos, así que ya podéis imaginar lo que es para cualquiera de ello tocármela o lamerla; ¡el puto Nirvana! Así que aquel engendro hizo cola con los demás, y cuando estaba a tres personas de su turno, supongo, no pudo esperar más y sacó un artilugio desplegable (por eso nadie la había notado bajo su abrigo) que, cuando termino de montarse, resultó ser una réplica casi exacta de un cañón antiaéreo de 75/76 CA, Modelo 34, y tras sacar de su mochila un millar de proyectiles (desde que se habían inventado los agujeros negros la profundidad de las bolsas y maletas era algo que se multiplicaba por infinito) comenzó a disparar a diestro y siniestro mientras gritaba algo parecido a Vuelve a tu casa, hijo del diablo. Aquello, además de resultarme curioso porque, ¡joder!, nunca había visto un cacharro de esos en acción (o uno, a secas), y comencé a aplaudir mientras todos a mí alrededor gritaban y huían o explotaban al recibir una bala. Eva, por descontado, estaba en nuestro cuarto a salvo, y eso me relajo hasta que vi que las paredes empezaban a venirse abajo y, con una de ellas, un cuadro que me gustaba mucho de un famoso payaso del siglo XXI: Arturo Valls. Eso me puso de muy mala hostia, porque podían matar a todo el que quisieran, ¿pero romper mi cuadro de aquel ídolo de otra generación que murió haciendo lo que más le gustaba (el anormal)?, ¡eso sí que no! Me levanté y le grité que no iba a lograr matarme, y que así solo acabaría matándose a sí mismo, a lo que me contestó con un Tú mataste a mi familia (cosa que con toda probabilidad era cierto), y cuando estaba a punto de apretar de nuevo el gatillo hice mi pequeño truco del cambio de cuerpo instantáneo ajeno (sacado de unos dibujos animados educativos japoneses) y le coloqué frente al cañón con su entrepierna justo delante de la bala. El modo en que reventó, además de mancharme la moqueta y mi colección de dildos con forma de animales de granja (un gran regalo de Eva, que me los metió por el culo uno a uno la noche de nuestro aniversario), me dio una idea que esta misma mañana he puesto en práctica. Igual que con los niños, los perros y los hombres de mediana edad que se creen veinteañeros, la mejor forma de hacer que alguien abandone un mal hábito es mostrarle el castigo y, con un par de trucos y mucha concentración, logré esculpirlo justo delante de nuestra casa. Dos monstruosamente grandes y detalladas pollas hechas con mármol egipcio (mezclado con los pedazos de mis casi-asesinos, que estábamos guardando en el congelador para hacer hamburguesas) han sido colocadas una a cada lado de la puerta principal de nuestro hogar, a modo de aviso. De sus puntas, por si el mensaje no ha quedado lo suficientemente claro, salen cada 3 minutos un pequeño chorro de sangre humana (se derrama mucho en mi hogar) que tiñe de su granadino color los Glandes del Poder (es un nombre provisional). Muchos se sentirán heridos, sobre todo los obesos que no se ven la polla desde hace años y que la única constancia de que son hombres la encuentran al levantar su grasienta panza delante de un espejo e indagar, o tocársela mientras lloran pensando en las vaginas que jamás tocarán, pero lo importante es que el hedor de carne muerta y sangre, la promesa de que las pollas de toda la humanidad están en peligro si tratan de hacernos daño, queda cristalino y ni los enemigos más concienciados quieren jugársela por un ideal (como la mayoría de los falsos idealistas, que suelen ser la mayoría del mundo). Eva dice que se pone cachonda al verlas, y que nuestro hijo da pataditas cuando las mira durante más de 3 segundo y empieza a dejar escapar fluidos vaginales con la fuerza de un grifo estropeado, y creo que no puede haber mejor piropo en esta vida. Me voy a follar... 


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